5.6.09
 TERMINATOR SALVATION: CITA CON LOS CYBORGS ASESINOS

Algo cambió en el cine de ciencia ficción en 1984. En aquel año, la estrella del posteriormente famoso y laureado James Cameron se encendió para no decaer en las dos décadas siguientes. The Terminator, escrita y dirigida por el realizador estadounidense en ese 1984, se ha convertido en una película de culto para los aficionados al cine de ciencia ficción. Y también de la acción. El Terminator 101 T-800 diseñado por la empresa Cyberdyne Systems, con el rostro pétreo e inexpresivo (marca de la casa) de Arnold Schwarzenegger, era enviado desde el futuro para evitar la llegada al mundo de John Connor, el hombre que lideraría la resistencia de los humanos en un mundo controlado por las máquinas.

Desde entonces queda claro que Terminator es imparable, siempre vuelve, y en efecto, veinticinco años después, con Schwarzenegger convertido en gobernador de California, las máquinas siguen persiguiendo a John Connor, el líder de una resistencia abocada a sobrevirir incluso a un Juicio Final, aunque la acción se sitúe en 2018. Y al frente de todo ello Christian Bale, que cuelga (de momento, puesto que se promete tercera entrega) la capa de Batman para embarcarse en Terminator Salvation, un proyecto por el que en principio no tenía demasiado interés.

A fuego lento
“Me fui convenciendo a fuego lento”, confesaba el actor galés durante un encuentro con la prensa para presentar la película en Estados Unidos, donde se ha situado de inmediato en los primeros puestos de la taquilla. “Fue un proceso largo, sobre todo para hacerme una idea en mi mente de la película que yo, como espectador, querría ir a ver al cine, y que generase la misma expectación que yo sentí cuando vi Terminator 2: el Juicio Final”, añade Bale.

Sobre su papel de John Connor, el protagonista de El caballero oscuro tenía claro que debía haber evolucionado bastante tras el paso de los años: “es más mayor y ya ha pasado por el día del Juicio Final”, desarrolla Bale. “Vivir un acontecimiento semejante altera a cualquier individuo, así que en muchas cosas es una persona completamente diferente”.

Christian Bale tuvo claro desde el principio que “esta es una película muy diferente a El caballero oscuro en todos los aspectos; allí queríamos empezar de cero y aquí abrazamos por completo la mitología de la franquicia”.

Terminator 2: el Juicio Final, también dirigida por James Cameron, se estrenó en 1991 y se convirtió en un fenómeno de taquilla global. La historia se retoma después de que Sarah Connor (Linda Hamilton, en esos años, esposa de Cameron) fuera recluida en un hospital mental y su hijo adolescente, John Connor (interpretado por Edward Furlong), tiene que defenderse del sofisticado T-1000 (Robert Patrick), un robot de metal líquido capaz de adoptar cualquier forma que Skynet, la computadora que desencadenará el ataque de las máquinas tras el día del Juicio Final, ha enviado al pasado para asesinarlo. Pero el futuro Connor envía un T-800 (Schwarzenegger) reprogramado para protegerse a sí mismo. Sarah, John y su nuevo aliado intentan escapar del T-1000 y evitar a toda costa el día del Juicio Final.

Recuerdos imborrables
“Tenía 17 años y recién había llegado a Estados Unidos cuando se estrenó T2”, cuenta Christian Bale. “Recuerdo la expectación en el cine, jamás había visto nada semejante. Durante toda la película no podías escuchar nada porque todo el mundo estaba gritando”.

El director Jonathan Mostow cerró la primera trilogía en el año 2003 con Terminator 3: la rebelión de las máquinas, en la que el terrible evento que Connor (ahora con las facciones de Nick Stahl) y su madre trataban de prevenir, el Juicio Final, es inevitable y la guerra nuclear estalla en el mundo bajo el comando de Skynet.

Nueva vuelta de tuerca
En Terminator Salvation, tras ver el montaje de los efectos especiales Christian Bale tuvo claro, como apunta con una sonrisa irónica, que “nosotros fuimos al rodaje pensando que eramos los protagonistas, pero eso no es cierto en lo más mínimo. La gente no irá a vernos a nosotros. Tenemos que aportar nuestra historia, por supuesto, porque no importa cuán geniales sean los terminators y las explosiones. Si no hay una buena historia, ¿de qué sirve? Pero enfrentémonos a los hechos: los terminators son las verdaderas estrellas de la película. Y van a sorprender más allá de lo imaginable a todo el mundo”.

En Terminator Salvation, dirigida por McG (así firma sus trabajos el director de las dos entregas de Los ángeles de Charlie, Joseph McGinty Nichol), Bale comparte protagonismo con Sam Worthington y Bryce Dallas Howard, pero los productores de la cinta guardaron también una pequeña sorpresa: la aparición estelar de Arnold Schwarzenegger, quien hace seis años se retiró prácticametne del cine con la tercera y para algunos, decepcionante entrega.

¡Volveré!
Cara de palo (y de pocos amigos), gafas de sol robadas al prójimo y ciertas intenciones aviesas. ¡Volveré!, dijo el cyborg (interpretado por Schwarzenegger en 1984), en una apacible comisaría de policía, donde poco segundos después se instaló el caos. Esa escena, esa promesa de retorno del robot asesino de The Terminator, fue el primer punto de inflexión que impuso esta franquicia del cine sci-fi. Siete años después, vendría la revolución, no tanto por la historia, como por unos efectos especiales que metieron de lleno el diseño SGI (esto es, por ordenador), en el libreto de Cómo hacer una buena peli de acción. Los genios de ILM y del estudio de Stan Winston pusieron de su parte para marcar el siguiente hito en la evolución de los F/X y del espectáculo hecho cine.

La historia funcionó en taquilla y Cameron dejó la senda abierta para que otros (como Spielberg y sus dinosaurios), completaran la faena. Pero más allá de los meros artificios, la saga Terminator engancha porque tiene elementos para ello: a la gente siempre le han interesado los viajes en el tiempo y los apocalipsis ya sean causados por los efectos del clima, por un meteorito gigantesco, por robots asesinos enviados del futuro o por el mismísimo Mefistófeles. Sea como sea, todo esto adobado con mucha acción y personajes chulos, hace de una saga como la de Terminator, un juguete goloso con el que seguir haciendo caja. Lástima que en la tercera parte, se notara en demasía que no estaba Cameron al mando (Jonathan Mostow no estuvo a la altura), y que Arnie pensaba más en la política que en ser vapuleado por una neumática Terminatrix. En esta tercera parte, por no funcionar, no funcionó ni el resto del reparto, en el que, lamentable error, no se encontraba una Linda Hamilton, que ya en la segunda parte daba más miedo incluso que los cyborgs asesinos.

Sayonara, baby...
...aunque mola más en versión original, cuando el vetusto T-800 dice en perfecto español “Hasta la vista, baby”, antes de hacer añicos a un acristalado y congelado T-1000.

Queda ahora por comprobar si el responsable de las infumables nuevas ángeles de Charlie es capaz de homenajear el legado de Cameron, que a pesar de estar alejado de la saga, algo habrá tenido que ver en esta última entrega. El protagonista de su último filme (Avatar), es el que le da la réplica a Bale en ésta.


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