UNA CHARLITA CON WILDER
Hace unos cuantos años, François Truffaut sometió a un tercer grado al mago del suspense, Alfred Hitchcock, para conocer su visión del mundo del cine, en especial del que el autor de "Psicosis" había legado al mundo. Esas conversaciones se convirtieron a posteriori en un celebrado libro estructurado según la fórmula pregunta-respuesta, que marcó un hito en el conocimiento cinematográfico en general y en el hitchcockiano en particular.
La fórmula se repite en este volumen con otro de los grandes tótems del cine. Cameron Crowe somete a un, en principio, desconfiado y receloso Billy Wilder a un cuestionario sobre su vida, su pensamiento y claro está, sobre el cine.
Con un estilo un poco más relajado que el visto en el libro de Truffaut, Crowe (también cineasta con títulos en su haber como "Jerry McGuire" o "Casi Famosos"), va desgranando sin seguir orden cronológico alguno, las interioridades de las grandes películas wilderianas como "Testigo de cargo", "El apartamento", "Con faldas y a lo loco" o "Uno, dos, tres".
Crowe asaetea al viejo director con preguntas de cinéfilo y fan, queriendo saber hasta el más mínimo detalle del transcurso de los rodajes, de la actitud de los actores, de su visión del cine actual, mientras que Billy Wilder, con cierto aire despreocupado y sin dar la imagen del genio que es, reparte flores entre sus actores fetiche, Jack Lemmon y Walter Matthau, sus colaboradores en los guiones, Charles Brackett e I.A.L. Diamond, nos hace troncharnos con otras aventuras y descubrimos más de esa gran desconocida que fue Marilyn Monroe.
Resulta atractivo para el lector no encontrarse con un farragoso tratado cinematográfico, ni una entrevista-ladrillo, en la que el entrevistado solo hable de un asunto. Wilder, una vez que toma confianza, se explaya en detalles sobre su vida privada: sus padres, su juventud en Viena y Berlin, los nazis, sus amores, su mujer, sus aficiones,...
El libro va caminando por los terrenos de la discusión libre. Es curioso comprobar como a pesar de lo preparado que Cameron Crowe llevaba su guión, el viejo director se escapa por otros recovecos, para charlar de cosas que le interesan más (Crowe anota cada día como se encuentra de humor su interlocutor y dependiendo de eso, sabe que debe preguntarle) y no duda en muchos pasajes del libro en criticar ciertas películas. "No fue una buena película" o "Pudimos hacerlo mejor", son frases frecuentes. Sobre una de sus obras culmen y una de mis favoritas, "El crepúsculo de los dioses", comentó sorprendentemente que "Eva al desnudo era una obra maestra, mejor que nuestro Crepúsculo de los dioses".
La accesibilidad del genio hacen de este libro un verdadero premio para los que amamos el cine de Billy Wilder, que como dijo acertadamente Fernando Trueba en los Oscars, es Dios para algunos de sus seguidores.
'el mejor cine es aquel que puede percibirse con los ojos cerrados'
'no es un arte, sino un aroma'
'me gusta que las películas tengan comienzo, nudo y desenlace, pero no necesariamente en este orden'
'dime lo que comes y te dire lo que eres'
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El hombre no sólo se alimenta
con las viandas habituales...
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de otras cuestiones,
el cine es una de ellas.
Un acercamiento muy personal al Séptimo Arte, una visión que es una más, sólo eso, ni mejor ni peor. Sobre gustos no hay nada escrito, y todo depende del cristal con que se mira. El cinéfago expone y tú opinas.