LA CRAWFORD Y LA DAVIS
El bueno de Robert Aldrich, que no era precisamente un desconocido en Hollywood, se paseó por todos los estudios con una idea para una película que iba a contar con dos glorias de los años dorados de la Meca del cine. Corría el año 1961 y ningún estudio daba un duro por un thriller protagonizada por las "decadentes" Bette Davis y Joan Crawford habían tenidos sus mejores momentos en las décadas precedentes y ciertamente, nadie creía en las posibilidades de una película encabezada por ambas. Y máxime cuando entre ambas había una indisimulada enemistad.
Al final, Aldrich consiguió financiación y consiguió adaptar la novela de Henry Farrell, "¿Qué fue de Baby Jane?" al celuloide. Con sólido guión de Lukas Heller, la historia gira en torno a dos hermanas que han mamado el mundo del espectáculo desde pequeñas y en el que ambas han tenido sus momentos de éxito. En un determinado momento de sus vidas, una de ellas, presuntamente, atropella a la otra y la deja inválida. Posteriormente, esta debe quedar al cuidado de su "pérfida" hermana que no deja de atormentarla durante todo el metraje.
Y ahí estaban esas dos carrozas, con sus maquillajes exagerados y sabiendo que ya estaban de vuelta de todo. Mención especial para Miss Davis, que con ua interpretacion llena de cinismo se come la pantalla y a todo al que anduviera por allí cerca.
Demostración palpable de que quien tuvo, retuvo y que ambas actrices todavía daban lecciones de interpretación a las jovencitas que se creían las estrellas del momento.
La película nos deja escenas en unos casos estremecedoras en otras hilarantes, pero yo me quedo con las caras de ambas diosas, la Crawford y la Davis, diciéndote: "¡Eh!, que aquí estamos nosotras". Y ahí estuvieron. La película fue una de las más taquilleras del año. Y yo pagaría por volver a ver la escena de la rata una vez más.
Por cierto, se pasaban peleándose toda la película, pero creo que no actuaban. Años después, le preguntaron a Bette por su compañera de reparto y dijo: "Si tuviera que ir al cielo y allí estuviera Joan Crawford, preferiría pudrirme en el infierno".
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